sábado, 21 de noviembre de 2020

Microsegmentación y deseo en la constitución de las identidades híbridas

 

 
Rubén Weinsteiner

 
Uno de los cambios más disruptivos al momento de pensar las identidades y los microsegmentos para la construcción del discurso de poder, es la hibridación, que habilita la conjunción de heterogeneidades intensas y diversas en la conformación identitaria.

Las identidades están atravesando un proceso de hibridación cada vez más intenso. Ya no podemos definir tan fácil a alguien por su edad, trabajo, lugar de residencia etc. Hoy cada uno de nosotros “somos cada vez más”, asumimos una multiplicidad de intereses, deseos y necesidades y albergamos contradicciones y heterogeneidades cada vez más intensas en la definición de nuestra identidad.

La segmentación por variables duras, “lo que la gente es a priori”, nos permite agrupar segmentos étareos, de género, de niveles de formación similares, de igual procedencia geográfica, religión, profesión, situación vincular etc.

Mediante esta mirada muy lejana, nos acercamos a la identidad pero sólo como plataforma para empezar construir formatos de segmentación y microsegmentación, a través de los dos factores que hoy definen a los segmentos: las variables blandas y las demandas.

El escenario actual de atomización, hibridación y microsegmentación de los diferentes colectivos sociales, nos impone un análisis, que no puede descartar las variables más duras, pero que debe enfocarse fundamentalmente en las variables blandas; “lo que la gente hace” para poder entender la multiplicidad de factores que convergen y constituyen las identidades híbridas.

Algunas heterogeneidades hacia adentro de un mismo colectivo siempre existieron, pero la caída del muro de Berlín, los movimientos migratorios, el salto cualitativo de las comunicaciones y los formatos multigrietarios-tribales que emergieron de la web social las potenciaron hasta convertirlas en el eje central de los nuevos sistemas de microsegmentación.

Este esquema binario multigrietario que se da en todas las areas, hace que una persona pueda sentirse cercana a otra por apoyar a un presidente y cercana a otra que odia a ese presidente por luchar por preservar a los animales, con otra por estar a favor o en contra del aborto, luchar por la preservación del medio ambiente, estar a favor o en contra del estado de bienestar, baja de la edad de imputabilidad para los jóvenes, etc.

El formar parte de una parte de la grieta, hablar con los propios, tener “amigos” en las redes sociales que piensan igual y confirman el sesgo, hace que uno se encierre en esas tribus. Lo interesante es que uno forma parte de muchas tribus, donde se cruzan intereses y personas que ponen ene emergencia la hibirdación identitaria.



Lo que la gente a priori es y lo que la gente hace


No hay que preguntarle a la gente lo que piensa, hay que ver que hace.
Si le preguntamos a la gente, nadie come mortadela y todos comen jamón o pastrón, sin embargo se consumen miles de toneladas de mortadela por mes. Nadie votó a a un candidato que fracasó en la presidencia pero que ganó por el 52 % de los votos,, y si le preguntamos a la gente, en una encuesta donde compra los alimentos, la mayoría dirá en los supermercados top. Si les preguntamos porqué, probablemente nos responderán que porque allí los atienden bien, el entorno es agradable, es más caro pero limpio, la cadena de frío se respeta. Aunque si los seguimos probablemente nos encontremos que muchos entran al chino, donde en un lugar con poca luz, un hombre con el cigarrillo colgando de la comisura de los labios, con un ojo entre cerrado por el humo, en ojotas y medias le gritará “dejaaaa bolso”. La necesidad indica quedar bien con el encuestador, el deseo, pagar menos. Lo que se construye como percepción para la otredad y lo que se hace.

En el recorrido entre lo que la gente dice y lo que la gente hace, se construye la brecha entre la necesidad y el deseo.
La necesidad es la frontera de la intención de voto, el deseo la profundidad.


Multidimensionalidad

Un turco que vive en Berlín es turco para los alemanes y alemán para los turcos. Ese turco puede ser laico o religioso, ser hetero, gay, trans, estar en pareja con un/a aleman/a, o con un/a turco/a, puede sentirse turco, alemán, europeo, internacionalista o no sentir pertenencia ni pertinencia nacional alguna. Como se autopercibe y autodefine, en términos nacionales, religiosos, de género, políticos, filosóficos, pasiones, aficiones y hobbies que lo motivan, las experiencias de vida por las que atravesó, la historia familiar y los relatos ancestrales tácitos, los nuevos vínculos, familia, trabajo, estudios, determinan un alto nivel de complejidad en la constitutición de la identidad.

Una persona puede oponerse fuertemente a la entrada de inmigrantes y sentirse interpelado por un discurso xenófobo, y a la vez tener un familiar discapacitado y sentirse convocado por un discurso que aboge por mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y a la vez ser mascotero ser sensible a propuestas sobre el respeto por los animales, puede ser fuertemente religioso o todo lo contrario, estar a favor a favor del medio ambiente. Todo en la misma persona



Variables blandas, demandas y deseos.

Los microsegmentos se definen desde la base de las variables duras cruzadas por variables blandas, demandas, deseos, valores, relatos ocultos y estilos de vida. 


Ante la complejidad y multplicidad que nos plantean las indentidades híbridas, el factor condensador a tener en cuenta como insumo de construcción del discurso de poder, es el deseo.



El discurso de poder y el deseo

Discurso es organizar las percepciones. Poder es revelar potencialidad de acción. Por los tanto, discurso de poder es organizar las percepciones en la cabeza de la gente, en función de instalar la percepción acerca de una determinada potencialidad de acción, fundamentada en el deseo. Responder al deseo es construir el discurso de poder. 



El deseo es el rey

El deseo es el rey, la demanda es un deseo, el miedo es un deseo de que algo no pase. El deseo como ya dijimos supera a la necesidad, que es apagar un incendio y también supera a la fantasía, ya que esta es la construcción de una realidad imaginaria que no pensamos llevar a cabo. Cuando decidimos llevarla a cabo, deja de ser una fantasía para convertirse en un deseo.

Tener una fantasía sexual es fácil, lo que no implica que tengamos el deseo de concretarla. Uno puede imaginarse teniendo una historia con una persona, pero el deseo se constituye cuando estamos dispuestos a pagar el costo de tener esa historia.

Si entendemos la profundidad del deseo y construimos un discurso de poder en función de él, podemos ser continente, negociar y crear lealtades, en base a un lazo emocional y a una promesa de marca de hacerse cargo, proponiendo la construcción de una realidad que obsoletice realidad actual y naturalice el deseo.

 

Rubén Weinsteiner

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