Rubén Weinsteiner
Todos somos clase media
En
la Argentina históricamente el 82% de la población se definía a si
misma como perteneciente a la clase media. Hoy en el medio de esta
profuda crisis, ese número ha bajado. Pero aun cuando el 75% actual, se
autopercibe como clase media, sigue siendo un número muy alto, en
términos regionales y hasta globales.
Recorriendo y haciendo trabajos
de campo uno pregunta y obtiene por respuesta: “somos clase media”. Uno
mira alrededor y el entorno parece contradecir fuertemente esa
afirmación. De repente en barrios muy pobres, el investigador percibe la
precariedad habitacional o de salubridad, pero la persona se define
como cae media, y señala a otros, que quizás viven en mayor precariedad,
como los pobres.
La voluntad de diferenciarse de la otredad en
mayores dificultades, el miedo a la movilidad social ascendente de esa
otredad, y la voluntad aspiracional de parecerse al que está mejor
opera en la una percepción que ubica a por lo menos tres cada cuatro
argentinos como autopercibidos “clase media”
Blando, lábil y contra algo
El
voto de los sectores medios es ante todo, blando y lábil. Y esa
labilidad esta dada por que el factor constituyente central del sistema
de preferencias de los sectores medios, es defensivo y por oposición a
algo que se percibe como una amenaza. No es adhesión de alto compromiso
positivo, es decir a favor de algo. Pero suele endurecerse en términos
de ese nivel de compromiso cuando es contra algo. Los sectores medios en
1983, apoyaron masivamente al radicalismo o a la alianza en 1999,
primordialmente por el rechazo a Luder o Menem respectivamente, más que
por el entusiasmo, convicción o esperanza que les generaban las
propuestas y planes de gobierno de Alfonsín y De la Rúa.
Menú a la carta
El
menú de dimensiones prioritarias en la agenda de los sectores medios
está dado por 1) el primer metro cuadrado 2) la economía, precios,
inflación, nivel adquisitivo 3)seguridad 4) futuro que incluye
desarrollo posibilidad de arraigo local etc
Grietas y extremos
El
vector que articula desde lo cognitivo el atributo de potencialidad de
acción para lograr abordar estas dimensiones prioritarias, es el
concepto de racionalidad, funcionabilidad y sustentabilidad. Es decir
que la marca política genere percepciones que lo pongan en un lugar de
racionalidad y equilibrio y al rival en el lugar de la irracionalidad y
desequilibrio o en un extremo. Extremista es siempre el otro.
Los
sectores medios miden por racionalidad y sentido común, porque es el
parámetro más concreto, más cercano y mejor ponderado en la formación
que se recibe en el hogar, en la escuela y en los medios.
En las
matrices de representación actuales, no se gana una elección por
diferencias holgadas, por lo general lo que vemos, son sociedades
partidas en dos con un esquema grietario fuerte como el caso de EE.UU.,
Brasil o Argentina o a lo sumo en tres como en España, y donde las
victorias se dan diferencias cada vez más pequeñas. Donde resulta clave
apuntar los sectores medios que no revelan posicionamientos políticos
adquiridos, y su sistema de preferencias se articula por la labilidad
defensiva.
Dentro de esa defensividad, la irracionalidad puesta en la
otredad política amenazante, obliga a buscar la racionalidad en una
opción que opere como defensa frente a esa amenaza.
Ese
posicionamiento de racionalidad también opera como un mecanismo desgaste
y erosión en el voto blando y más superficial del adversario. No
estamos hablando del voto duro, que jamás nos votaría. Los niveles de
adhesión a una marca política, son como las capas de una cebolla. Las
capas más superficiales son abordables y constituyen el voto blando, el
intervenible o por lo menos “molestable”.
Subjetividad y equilibrio
La
dinámica de intervención de la subjetividad es compleja. Hay que asumir
que ese encuadre determina un universo de sentidos que puede
producirnos incomodidad y rechazo entre un repertorio de sentimientos.
Tendemos
a pensar en todo debate, polémica, grieta, un eje donde conviven dos
posturas contrapuestas y en algún sentido extremas, y un centro que
sintetiza las dos posturas o se coloca en un lugar de superioridad por
la condición de equilibrio, por lo tanto adquiere una valoración de
corrección. Toda oferta política tiene a los propios, nunca tendrá al
núcleo duro de la otra parte y deberá ir necesariamente por algunos
microsegmentos del medio para definir el partido.
Esos votos se cuentan doble, porque sino van para el adversario y vienen para nosotros valen doble.
Los
ciudadanos no comprometidos políticamente tienden a sentir al centro
como el lugar correcto. Esa corrección se construye a partir de la
sensación de alejarse de los extremos. Y como dijimos los sectores
medios rechazan los extremos.
Si preguntamos por religión aparece el
cristiano no practicante, como término medio, moderado, ni fanático
religioso ni ateo, término medio. Y ese posicionamiento es el más
valorado en los sectores medios. Pero aun en los sectores medios
religiosos practicantes, la otredad puede ser puesta en un lugar de
irracionalidad y posición extrema.
Desde el idioma, se asocia a la moderación como algo bueno, conveniente e inteligente.
Para la RAE:
Acción y efecto de moderar.
2. f. Cordura, sensatez, templanza en las palabras o acciones.
A
los sectores medios los convoca la racionalidad, le gusta sentirse
racional, frente a la irracionalidad. El concepto de racionalidad los
ordena, los tranquiliza.
Basta ver el lugar que le otorga la sociedad
a la locura, al alzheimer, a lo que no es normal, para aferrarse con el
alma a la razonabilidad, al equilibrio, al "sentido común".
Históricamente,
la moderación se constituyó en uno de los valores que definían a la
clase media y se instaló como mecanismo de identificación de esa
autopercepción, como alternativa a la sociedad estamental; en oposición
tanto a la clase alta de los privilegiados (especialmente la
aristocracia) como a la clase baja de los campesinos pobres y la plebe
urbana (que como ella eran miembros del tercer estado, pero carecían de
riqueza). Se vínculo a esa moderación con la sobriedad, la estabilidad
en las costumbres, la vida cotidiana y la familia, el ahorro, la
posesión de una mediana propiedad y una honesta forma de ganarse la
vida.
Para Max Weber esa moderación conecta la ética protestante
y el espíritu del capitalismo, al permitir la inversión necesaria por
la acumulación de capital, y lo vincula al calvinismo, con lo que su
tesis pretende explicar el diferente desarrollo social y económico del
norte y el sur de Europa desde la Reforma. O porque catolicismo es
sinónimo de atraso y protestantismo de desarrollo económico. Porque este
último encontró el equilibrio. No obstante, también comportamientos
similares estuvieron presentes en determinados entornos sociales de
países católicos).
Este tema de la moderación aparece como una
constante en las reflexiones morales de Robinson Crusoe (el héroe de la
novela de Daniel Defoe), como la forma de vida que su padre le
recomienda y en la que vuelve a encontrarse una y otra vez, a pesar de
su búsqueda de la aventura. Similares conceptos se desarrollan, desde
una mayor o menor actitud crítica, con el triunfo de estos valores en el
desarrollo de la sociedad industrial o sociedad de clases; y pueden
verse en las novelas de Charles Dickens (Los papeles póstumos del Club
Pickwick, David Copperfield, Oliver Twist) o en Los miserables de Victor
Hugo.
El medio y la moderación
El centro es algo absolutamente relativo. Depende donde se ubiquen los extremos. En
Afganistán
gobernada por los talibanes las dos grandes tendencias son los
integristas radicales islámicos y por el otro los que proponen estado
laico modelo occidental. El centro, en este caso, estaría representado
por la Alianza del Norte que propone como moderación, lapidar mujeres
adúlteras, solo atrapadas in fraganti y con piedras más chicas que las
que tiran los talibanes, cierta representatividad electoral pero solo
ejercida por hombres, permitir en algunos casos que las mujeres manejen,
etc. En Afganistán los fundamenlistas islámicos y los que proponen un
sistema democrático occidental representan los extremos. Ser moderado en
Afganistán es decir “ni la locura fundamentalista, ni el libertinaje
occidental”.
En EE.UU. la segunda enmienda de la Constitución
protege el derecho de cualquier ciudadano a tener y portar armas de
fuego, una postura como la argentina o la española que prohibe la
tenencia y portación libre e indiscriminada, se considera una posición
radical extrema, un avance grave sobre los derechos civiles e incluso
sería visto como irracional por los sectores medios. En Argentina o en
España, defender la libre tenencia y portación, es vista como radical de
derecha.
En marketing vemos que cuando una empresa lanza tres
gamas de productos, la premium, mas cara, la económica y más barata y
por otro lado la standard con un precio en el medio, este último es el
más vendido.
Los sectores medios, tienden al medio, y este depende de donde estén los extremos.
La racionalidad y el medio son siempre subjetivos
El
concepto de racionalidad está atravesado por la relatividad subjetiva.
Alguien podría plantear que no se puede dejar entrar inmigrantes de
manera desordenada y masiva como en el caso de los venezolanos, y
argumentar, que estos bajan el salario de los nacionales, al aceptar
trabajar en negro por salarios muy bajos etc, y sonaría racional. Otro
podría argumentar sobre el mismo tema, que la Argentina es un país de
puertas abiertas, que el espíritu argentino ha sido recibir a todos. Que
los hijos de los españoles, italianos, coreanos, cantan juntos el himno
y son argentinos. Que EE.UU, es la nación más heterogénea del planeta y
que quizás allí resida parte de su fortaleza, y sonará racional
también.
Algunos pueden plantear el déficit cero como racional, que
la economía nacional es como la del ama de casa, que no hay que gastar
más que lo entra y sonará racional. Otros podrán decir que EE.UU. salió
de la crisis del 30, y de la del 2008, emitiendo y con déficit, para
promover la obra pública y el consumo, y sonará racional. Ambas posturas
podrían ubicar al otro argumento en el lugar de la irracionalidad y
atribuirse el de la razonabilidad.
En definitiva es la lucha por la propiedad del "sentido común" y por ser razonable.
Como se hace: anclaje de racionalidad
La hoja de ruta consiste en la construcción de un anclaje marcario de racionalidad, para apropiarse “del medio”
En
1998 Eduardo Duhalde era para muchos, un barón del conurbano con
vínculos con el narcotráfico, un político mafioso y un exponente de lo
peor del peronismo.
En 2003 Duhalde era para la gran mayoría de los
argentinos, un estadista, un piloto de tormentas, un hombre mesurado,
inteligente, un tiempista, y alguien que seguramente pasaría a la
historia como un gran presidente, que sacó al país de su peor crisis.
En
2006 Duhalde era para muchos un barón del conurbano, vinculado con
factores del narcotráfico, un político mafioso y un exponente de lo peor
del peronismo.
No fueron muchos ni significativos los cambios que
realizó Duhalde en su vida adulta mayor. Lo que se modificó fue su marca
política, su posicionamiento, las percepciones, los significados que
proyecta esa marca, y constituyen el anclaje marcario político y social
de la misma.
La memoria es el último recuerdo poderoso que
adquirimos, no todo lo que vivimos. El poder de ese último recuerdo, es
el que constituye el anclaje.
Un anclaje es una percepción fundada y
construida en una ponderación conceptual, dentro de un estado de gran
intensidad, de experimentación de sensaciones con fuerte solicitación
simultánea del intelecto, del cuerpo y del espíritu.
Como se
sustituye un anclaje, es la madre de todas las preguntas. Como se hace
para que alguien catalogado como corrupto sea visto de otra manera,
alguien percibido como poco inteligente, pueda ser percibido de otra
manera, una marca política signada por un acontecimiento histórico,
pueda ser asociada a otros links de marca política?
Toda negación implica una afirmación, esto es Lacan.
Andá
y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , A partir de
ese momento, tu esposa va a estar completamente segura que te gusta
mucho su amiga Claudia, sino para que se lo decís.
La funcionalidad
de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a
la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé
”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara,
decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el
deseo de tener algo con la amiga de la esposa difícilmente habilite los
senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener
algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican
rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y
fundamentarlo.
No sirve negar, tampoco explicar. Es fundamental
construir y tener en la mochila una narrativa que explique o niegue,
pero no se desaloja un anclaje con eso.
Para desalojar un anclaje,
que en definitiva es una estructura sensorial, un sentimiento, hace
falta un sentimiento más fuerte. Un anclaje sustituyente.
El
anclaje sustituyente refuta pero sólo de manera indirecta el anclaje
original. Es decir el nuevo anclaje no viene a negar, viene a instalar
un nuevo posicionamiento, un nuevo link-significado en la cabeza de las
personas, que obsoletiza el anterior, que lo deja viejo.
El nuevo anclaje debe ser sólido, congruente con la marca política y lo más importante, más fuerte que el anclaje a desalojar.
Para
construir ese nuevo anclaje podés decir cualquier cosa pero nunca
aquello que querés decir, porque corrés el severo y muy probable riesgo
de que no te crean.
En cambio, tenés que decir algo que haga que
quienes te escuchen o lean sientan eso que querés decir. No que lo
piensen: que lo sientan.
Ningún mensaje racional es creído por nadie.
No se le debe hablar a la frente del interlocutor sino a su nuca.
No
se lo debe tratar de convencer, sino que hay que vencerlo
emocionalmente y que él encuentre las razones-que le habrás dado
oportunamente-para que se convenza sí mismo.
En el caso de
Duhalde, la sustitución del anclaje no se hizo refutando y explicando
que Duhalde no era un mafioso o que no estaba vinculado con el
narcotráfico. El anclaje se hizo construyendo un posicionamiento muy
poderoso, tanto que disparaba significados como los de “el piloto de
tormentas” “el estadista” “el salvador” “ el que apagó el incendio”, a
la cabeza de las personas.
Racionalidad y jaque mate
El anclaje de racionalidad construirá un posicionamiento sólido y dejará al oponente en un lugar de inmovilidad, haga lo que haga para defender o negar, solidificará el nuevo anclaje.
El campo de batalla no son los medios ni el espacio público, sino la cabeza de los sujetos de elección, es ahí donde tenemos que construir el posicionamiento, que nos coloque arriba de la colina de la racionalidad.
Rubén Weinsteiner