Por Rubén Weinsteiner
La
arquitectura de intervención en los sistemas de preferencias nos impone
sumar para construir la masa crítica de votos necesarios para alcanzar
los objetivos electorales y a su vez restarle votos a nuestro rival.
Intentar
restarle votos del núcleo duro al rival, no solo es una operación poco
rentable en términos del trade off recursos-resultados, sino que además
suele ser imposible. Como decía Donald Trump, frente a las criticas que
recibía: “si me paro en la Quinta Avenida y le disparo a la gente, mis
votantes más fieles, me seguirían votando”.
Nadie en el núcleo duro
cambia su voto por denuncias de corrupción contra el candidato propio.
La corrupción indigna solo cuando la comete el otro.
Voto Wimp
En
astrofísica, WIMP es la sigla en inglés de weakly interacting massive
particles; en español partículas masivas que interactúan débilmente.
Según el Cambridge dictionary Wimp es: a person who is not strong,
brave, or confident. Wimp es débil, endeble, etc.
En
segmentación política, llamamos segmento Wimp al voto blando, no al
volátil, al que en una elección vota a uno y en otra a otro, sino al que
vota una opción, pero su convicción de voto es endeble y resulta
intervenible.
No estamos hablando de los fluctuantes, ni de los
que se deciden a último momento, sino de los que saben por quién van a
votar, saben mejor por quien no quieren votar, pero no están muy
convencidos de lo primero.
Cuando uno es fan de una estrella de
rock, y esa estrella de rock tiene una declaración desafortunada,
piensa, ok, estuvo mal, pero igual es un genio. Con la segunda
declaración fuera de lugar, se complica, a la tercera, se pone difícil
seguir siendo fan de esa estrella de rock.
Le pasa a los fans del
Pity Alvárez o de Iorio, en Argentina, de Phil Collins o tantos otros.
Muchas veces esas declaraciones no son intrínsecamente malas, sino que,
desde su subjetividad, contradicen fuertemente ideologías, valores,
principios o estilos de vida.
¿Como se interviene en la subjetividad del segmento Wimp?
En este caso el votante no es fan, como se es de una estrella de rock. En este caso la lealtad es mucho más débil.
Ponérsela cada vez más dificil
La
intervención sobre el sistema de percepciones apunta a poner en crisis
adhesiones frágiles, poniendo en crisis creencias blandas, donde existe
cierto componente de culpa en términos de la preferencia. Una parte del
sistema de preferencias cree que no es una buena elección y otra parte
esgrime el argumento que la otra es peor.
Uno se la puede poner
difícil pero mientras la otra opción sea percibida como peor, no habrá
cambio. El camino es llevar al límite la fragilidad de la adhesión y el
método es la demolición, la gota que horada la piedra, destruye la
piedra, aún cuando el agua sea agua. Es la constancia y el foco, todas
las trompadas a la misma herida, es lo que provoca el knock out.
Ubicuidad,
consonancia y repetición es la fórmula para la demolición. Estar donde
el objetivo está, ir directamente al ruido que molesta y repetir. La
potencia sustitutiva del anclaje es directamente proporcional a la
capacidad de ubicarse coneptual y emocionalmente en el lugar del
objetivo, a la capacidad de enfocar en el ruido y la reproductibilidad.
El anclaje construye la adhesión
Un
anclaje es una percepción fundada y construida en una ponderación
conceptual, dentro de un estado de gran intensidad, de experimentación
de sensaciones con fuerte solicitación simultánea del intelecto, del
cuerpo y del espíritu.
El anclaje es un sentimiento que organiza
percepciones. Ese anclaje se puede modificar. Nunca negando, sino
sustituyéndolo por otro anclaje.
El proceso requiere pusta en
crisis, erosión y destrucción del primer anclaje, la apertura y período
de trancisión y la construcción de un nuevo anclaje.
Profundizar la incomodidad
El
voto wimp, está incomodo, de lo que se trata es de legitimar esa
incomodidad, profunidizarla y poner en crisis el sistema de
preferencias. No todos nos votarán, algunos dejarán de votar a nuestro
rival, algunos dejarán de rechazarnos, otros quizás puedan mutar y
votarnos.
Como?
En comunicación política o comercial
podés decir cualquier cosa pero nunca aquello que querés decir, porque
corrés el severo y muy probable riesgo de que no te crean.
En
cambio, tenés que decir algo que haga que quienes te escuchen o lean
sientan eso que querés decir. No que lo piensen: que lo sientan.
Ningún
mensaje racional es creído por nadie. No se le debe hablar a la frente
del interlocutor sino a su nuca. No se lo debe tratar de convencer, sino
que hay que vencerlo emocionalmente y que él encuentre las razones-que
le habrás dado oportunamente-para que se convenza sí mismo
Rubén Weinsteiner
viernes, 30 de septiembre de 2022
Como profundizar la incomodidad del voto blando del adversario
Etiquetas:
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