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Rubén Weinsteiner |
La cultura urbana hipster está encarnada por jóvenes entre 16 y 35
años aproximadamente, que exteriorizan un pensamiento independiente,
valorizando el arte más allá del mainstream, corriéndose de las modas
del momento, vistiendo y escuchando música no comercial, distanciándose
de los últimos dictados de la tecnología, oponiéndose al consumo
desmedido, y priorizando comprar local y amigable con el medio ambiente.
Los Hipsters manifiestan hacia adentro y hacia
fuera de la tribu, heterogeneidades intensas. Si bien tribalmente se
cohesionan a través de valores, simbologías y ritualidades, la
ponderación del pensamiento independiente potencia las diferencias entre
sus miembros y las legitima.
Se suele ligar esta
cultura urbana en términos de su origen, con los indies e incluso con
los hippies. Su origen real data de mediados del siglo veinte, aunque
desapareció en los 70 y volvió a surgir fuerte hacia el 2010 en grandes
ciudades de los países centrales entre personas de clase media.
Existen diferentes subculturas derivadas de los hipsters.
El término Hipster está hoy claramente sobredeterminado. Llamamos
Hipster a diferentes personas que despliegan una estética concreta y
determinada. Esa sobredeterminación está influida por el negocio de la
moda que necesita tipifcar y simplificar determinadas exterioridades y
formatos para vender productos para el segmento.
Se visten sin
patrones específicos, con un estilo personal, bohemio, alejado de la
moda del momento y en muchos casos atemporal. Suelen reutilizar ropa y
anteojos, con estética vintage.
Les gusta la música indie,
indie-rock y jazz, aunque también simpatizan con otros estilos y
escuchan bandas poco conocidas. Respecto al cine, prefieren cine Europeo
o de EE.UU pero independiente.
Algunos de los cineastas
favoritos de los hipsters son Quentin Tarantino, Richard Linklater,
Vincent Gallo, Sofia Coppola y muy especialmente Spike Jonze y Wes
Anderson,a quienes se les considera también propiamente hipsters. Los
hipsters tiene a 3 actores en particular como íconos: Christina Ricci,
Bill Murray y Tora Birch, que aunque no necesariamente llevan estilos de
vida hipster, muchos de sus personajes son muy representativos de la
imagen y actitud hipster.
Les gusta mucho la fotografía, lo vintage, la cocina rara y original, son viajeros low cost y consumen mucha cultura.
La cultura hipster es básicamente progresista y valoran sobre todo el
pensamiento independiente. Si bien usan celulares viejos y computadoras
old fashion, tienen mucha actividad en las redes sociales.
Es
una tribu esencialmente inserta en los sectores medios y medios altos.
Su reason why en términos de ciudadanía económica es tener una estilo de
vida, despojado, bohemio, austero, donde el tiempo como recurso
económico no renovable, se encuentra en el tope de la escala valorativa.
Y la ideas es ganar dinero para pagar los gastos, pero sin comprometer
el tiempo para el ocio, como leer, ver películas poco comerciales,
diseñar, visitar galerías y entarse a charlar en cafeterías, (el café es
central en el universo hipster) componer música, escribir novelas o
poesía,etc...
El hípster se plantea liberarse de la
dictadura del consumo, que, según la cultura, convierte a las personas
en conejos que persiguen zanahorias que nunca alcanzan y que le quitan
lo verdaderamente importante, el comando de su tiempo, de sus decisiones
y de su realidad.
Los hipster trabajan y muchos
ganan bien, pero lo hacen sin horarios duros y en ámbitos
desestructurados. Parecen relajados pero revelan compromiso con su
inserción social, laboral y ciudadana en general.
No desconocen el mainstrem, se ponen al costado, lo critican con sarcasmo e ironía, pero lo aceptan.
No miran TV de aire ni de cable, son más pull casting que broadcasting, eligen su propia programación.
Los hípster no se radicalizan en nada, ni en su visión constitutiva
tribal ni en sus posiciones políticas. No son afectos a la masividad,
por eso por lo general no votan mayorías, y si lo hicieran deberían
encontrar significados en la marca política que no sean tenidos en
cuenta por las masas.
Tienen una esencia anarquista y hasta
liberal en términos de no aceptar la homogeneidad y lo colectivo
coercitivo. Rechazan el partidismo pero no son “cualunquistas”, no son
partidarios de la antipolítica.
Suelen ser ONGistas, y desde allí algunos voan expresiones de centro derecha generalmente vinculadas a las ONG.
Su activismo se traduce en la creación de fanzines, comics, la
organización de eventos culturales alternativos y la participación
activa en la Web 4.0
Los hípsters se situan incómodamente
entre dos grupos que los acechan, por un lado los intelctuales que los
critican por frívolos y no comprometidos y por el otro los Yuppies que
imitan su exterioridad, dejándose una barba hípster, usando lentes
vintage o ropa de feria americana.
En música, lo hipster se
nutre de intérpretes y bandas alternativas e Indy como Beck, Ben Folds,
They Might Be Giants, Elliott Smith, Los Pixies, Sigur Ros, Pulp,
Radiohead y Björk.
Este análisis explica por qué los esfuerzos para rechazar la moda dominante acaban creando otra moda.
Es
muy probable que hayamos sido testigo del efecto hípster, o que incluso
seamos víctimas de él. Te sentís alieando por la moda dominante y
necesitas demostrar que no formás parte de ella. Querés usar ropa
diferente, probar un nuevo peinado o incluso productos de maquillaje no
convencionales.
Pero, cuando finalmente revelás tu nuevo look al
mundo, resulta que no sos el único: millones de personas han tomado
exactamente las mismas decisiones. De hecho, todos parecen más o menos
idénticos a vos, lo que genera un efecto totalmente contrario al de la
declaración anticultural que se quería lograr.
Así funciona el
efecto hípster, el fenómeno contraintuitivo por el que las personas que
se oponen a la cultura dominante terminan pareciéndose. Efectos
similares ocurren en otras áreas de las ciencias sociales.
¿Cómo
se produce este tipo de sincronización? ¿Es inevitable en la sociedad
moderna? ¿Hay alguna forma de que las personas consigan ser genuinamente
diferentes a la masa?
Algunas respuestas nos llegan gracias al
trabajo del matemático de la Universidad Brandeis en Massachusetts
(EE.UU.) Jonathan Touboul, quien estudia cómo la forma en la que se
transmite la información por la sociedad influye en el comportamiento de
las personas que la componen. En particular se ha centrado en una
sociedad compuesta por conformistas que copian a la mayoría y por
inconformistas o hípsters que hacen lo contrario.
Y su
conclusión es que, en una amplia gama de escenarios, la población
inconformista siempre experimenta una especie de fase de transición en
la que los miembros se sincronizan entre sí para oponerse a la corriente
principal. En otras palabras, el efecto hípster es el inevitable
resultado del comportamiento de un gran número de personas.
El
modelo de la sociedad que ha creado Toubol es relativamente simple. Esta
población está formada por conformistas que siguen a la mayoría y por
hípsters que hacen lo contrario. Cabe destacar que el modelo también
tiene en cuenta el tiempo necesario para que cada individuo detecte
cambios en la sociedad y reaccione en consecuencia.
Este plazo de tiempo es importante. La gente no reacciona instantáneamente ante un nuevo par de zapatos que se pone
muy de moda.
La información se difunde lentamente a través de las redes sociales,
del boca a boca, etcétera. Este retardo en la propagación es diferente
para cada persona: algunas pueden seguir religiosamente a los
influencers que hablan sobre el tema, mientras que otras no, y se guían
por el boca a boca.
La cuestión que investiga Touboul es; cuáles
son las circunstancias que provocan la sincronización de los hípsters
inconformistas y cómo varía este fenómeno en función del retardo de la
propagación y de la proporción de hípsters que hay en la sociedad. Para
ello, el investigador ha creado un modelo informático que simula cómo
los agentes interactúan cuando algunos siguen a la mayoría y el resto se
opone.
Este simple modelo genera algunos comportamientos
fantásticamente complejos. Touboul explica que, en general, al principio
los hípsters actúan aleatoriamente, pero luego experimentan una fase de
transición hacia un estado sincronizado. Cree que este fenómeno
funciona en una amplia gama de parámetros, pero afirma que el
comportamiento puede llegar a ser muy complejo, en función de cómo los
hípsters interactúan con los conformistas.
También hay algunos
resultados sorprendentes. Cuando hay proporciones iguales de hípsters y
de conformistas, la población entera tiende a evolucionar aleatoriamente
entre diferentes tendencias. No está claro el por qué, y Touboul quiere
estudiarlo con más detalle.
Se puede objetar que la
sincronización se origina por la simplicidad de los escenarios de opción
binaria. El investigador detalla: "Por ejemplo, si la mayoría de los
chicos se afeitan, entonces la mayoría de los hípsters querrán dejarse
la barba, y si esta tendencia se propaga a la mayoría de la población,
dará lugar a un nuevo cambio sincronizado de vuelta al afeitado",
explica Touboul.
Pero si hubiera más opciones, los resultados
podrían ser diferentes. Si los hípsters pudieran elegir entre bigote,
barba candado o en triángulo, por ejemplo, tal vez esta diversidad de
opciones impediría la sincronización. Pero Touboul descubrió que aunque
su modelo ofrezca más de dos opciones, el efecto de la sincronización se
mantiene. No obstante, el investigador afirma que quiere estudiarlo más
a fondo: "Vamos a analizar en profundidad esta cuestión para un próximo
trabajo".
Los hípsters constituyen un segmento importante
dentro de los estudios que desarrollamos en el voto joven, pero los
resultados de estos estudios tienen una utilidad mucho más amplia. Por
ejemplo, podrían servir para comprender desde el voto anti que se
desencadena por un hecho específico hasta los sistemas financieros en
los que los especuladores intentan ganar dinero con decisiones
contrarias a las de la mayoría en una bolsa de valores. Hay muchas áreas
en las que la propagación retardada de la información juega un papel
importante en las dinámicas emergentes en las ciencias sociales.
Política y hipsters
Existe cierto rasgo individualista en la cultura hipster. Sin embargo
la dimensión colectiva extra tribu emergió en hechos como el 15M en
España, que tuvo su correlato en muchas ciudades, y tanto en Madrid como
en los demás lugares donde tuvieron lugar los actos de los Indignados,
los hipsters tuvieron un rol importante. Los hipsters salieron a decirle
al establishment, que no podían pagar los alquileres, que los alimentos
y el transporte subían más que sus ingresos, que el futuro tan lejano
para ellos, les empezaba a preocupar.
Los hipsters organizaron
y fueron continente de demandas heterogéneas, pero ligadas al deterioro
en el nivel de consumo básico.
Los hipsters recelan
de la política partidaria, la sienten lejana, pero no la invalidan. Los
hipsters se sienten progresistas lo cual los podría llevar a votar un
partido “progre de izquierda”, “progre de centro” o “progre de derecha”.
Un hipster no sería ni trotskista ni muy derecha en lo económico, lo
radical lo espanta.
El sujeto de elección joven
hipster busca un piso de seguridad razonable, sin interpelación al
compromiso emocional y menos militante. Es como si nos dijera:
“asegurame a, b y c y no me rompas”.
Pero si buscamos una
intervención reptiliana-emocional, tenemos que construir un discurso
multicultural, con algún sesgo anarco-individual, con acento en la
eficiencia austera, la simpleza, autenticidad y practicidad.
El voto hipster es interesante porque es individualista como el de
Julían, contador 34 años casado sin hijos, que quiere mudarse, cambiarse
el auto, viajar, pero sin el consumo aspiracional, sino más bien
funcional. No quiere tener el mismo auto que el gerente, un A4 OK, le
alcanza con uno de 10 años que funcione bien y que pueda pagar la nafta.
Es social como el de Lisa 30 años, terminando sociología, que quiere un
gobierno que tenga una política progresista proactiva, pero descree. Es
sofisticado y hasta cosmopolita, pero no despreciativo de lo propio.
Tiene el factor egocéntrico de Walter el taxista de 35, pero no juzga.
No busca modelos pontificadores de lo que está bien y está mal.
En el 15M en la Puerta del Sol, en su correlato en París, en Londres,
en New York, Roma y mucgas ciudades, los hipsters como parte importante
de la masa crítica, planteaban que los que estaban ahí eran
trabajadores, sectores medios, desocupados, etc y que constituían lo que
ellos llamaban “la gente normal” y que aspiraban a representar al 99%
de la población, mientras que el otro 1% era “los poderosos de siempre”.
En definitiva los hipsters no confían ni en el 1% del círculo
rojo, ni en su capacidad para enfrentarlos. Por eso las demandas serán
mínimas y las promesas políticas aceptadas como viables también lo
serán. Toda amplificación desmedida, de la capacidad realizadora será
descreída y deslegitimada por los hipsters. Cambios mínimos, viables y
posibles.
Un discurso desprovisto de artificios e
imposturas, austero, moderado, multicultural, off mainstream, ni
emocionalmente comprometedor ni invasivo. Para el voto hipster la
empatía es la identificación y el encuentro en una hoja de ruta
minimalista, segura y práctica que organiza a favor de la marca
política, atributos que se traducen en percepciones muy positivas para
los votantes hipsters.
Rubén Weinsteiner es consultor en comunicación política y especialista en voto joven