martes, 12 de abril de 2011

El caso Olmedo: Ataque, victimización y ordenamiento

Rubén Weinsteiner 

Junto con la victoria de Juan Manuel Urtubey en las elecciones del último domingo en la Provincia de Salta, aparece un dato no menos impactante, que quedó por ahora relegado a un segundo plano en el análisis por la contundencia de los 57 puntos del gobernador.
Los 26 puntos del Diputado Alfredo Olmedo sacuden por estos momentos redacciones, mesas de café y por supuesto a los consultores.

Salta es quizás la provincia más conservadora del país, y construye 2,5 de cada 100 votos nacionales. Esos segmentos conservadores, se identificaron en 2007 tanto con el espacio liderado por Urtubey, un peronismo aliado a los conservadores de la provincia (el partido Renovador), como con la propuesta de Wayar un espacio identificado como peronista y ligado al ex gobernador Romero.
Lejos estuvieron la UCR y otros partidos provinciales de sumar captar votos conservadores. Alfredo Olmedo apareció en el mercado electoral, como un outsider con baja visibilidad y necesidad de instalación. La campera amarilla, la marca familiar de una de las fortunas más importantes del país, las fuertes y controvertidas declaraciones contra la ley de matrimonio igualitario y los planes sociales, así como su defensa de las precarias condiciones en las cuales emplea a su personal, relativizando el concepto de trabajo esclavo, le dieron alta visibilidad en muy poco tiempo.

Frente a un posicionamiento conservador, lo que clásicamente llamaríamos de derecha, diversos sectores urbanos, refractarios a su figura comenzaron a atacarlo, tildándolo de fascista, homofóbico, clerical, esclavista entre otras cosas.
La secuencia de ataques continuos y repetitivos, continuó con la victimización del atacado, para finalmente desembocar en la tercera fase y definitoria de esta secuencia: el ordenamiento de los segmentos tributarios de su metamensaje y lateralidades.

El ataque en el marketing político utilizado como estrategia, siempre debe hacer prevalecer el territorio por sobre el mapa interno. El mapa no es el territorio, el mapa es una construcción acerca del territorio, y el mapa interno es una construcción propia y para consumo propio y de grupos de pertenencia y pertinencia.

Si estamos tildando a alguien de homofóbico, y hay un 30% de personas en la provincia que resultan claramente homofóbicas, estamos contribuyendo mediante el ataque reiterado a ordenar el espacio del atacado. Si estamos diciendo que es esclavista, y el 30% de los votantes cree que las condiciones en las que Olmedo tiene a su gente son “las que hubo siempre”, que cambiar sería generar desempleo, y no considera ese trabajo como esclavo, le seguimos ordenando el espacio.

El ataque reiterado y utilizado como eje de campaña, no puede apuntar a una condición con la cual se identifican segmentos importantes, por más negativa que nos parezca esa condición. Las victorias intelectuales preceden a las victorias electorales, pero no se puede dar la batalla cultural en medio de una elección. En el campo de batalla no se puede comprar armamento y entrenar a la tropa, en el campo de batalla hay que definir el conflicto.

No estamos planteando callar ante un hecho inmoral como una actitud xenófoba o de trabajo esclavo, y no está mal denunciarlo, pero si se repite hasta el cansancio y en cada aparición esa denuncia se termina gastando el concepto, licuando el sentido y ordenando su voto más blando.

Si en un país hay un 30% de votantes, que no ve con malos ojos limitar la inmigración porque la relaciona con el desempleo o la inseguridad, por más que no sean xenófobos, van a votar a ese candidato que plantee medidas restrictivas, desde la xenofobia o desde posturas más moderadas, y ese candidato puede ganar e imponer leyes xenófobas. Así llegó Le Pen a la segunda vuelta en 2002.

Resulta más eficaz evitar que gane ese candidato, aun a costa de no repetir 100 veces por día lo que más molesta. Olmedo pasó de un trabajoso 10% a un 26 %, apoyado en el ordenamiento de los que se identifican con lo que se le criticó en la campaña. Esto lo transformó en continente conceptual de segmentos conservadores, le permitió obtener el segundo puesto relegando a Wayar a un lejano tercero, e invisibilizar a otras fuerzas como por ejemplo la UCR, que sacó menos votos que el Partido Obrero.

El ataque siempre tiene que tener como foco los segmentos por los cuales se puja en el territorio, no el mapa aspiracional interno. La distorsión entre mapa y territorio siempre se salda a favor del territorio.

domingo, 10 de abril de 2011

Tirar el volante por la ventana


Por Rubén Weinsteiner para Bloomberg

Mauricio Macri  ve esmerilado su posicionamiento de candidato presidencial, un factor que debilita enormemente su imagen y que tiene que ver con las acciones de su propio espacio.
Una y otra vez Mauricio Macri y su gente vuelven a repetir que el jefe de gobierno será candidato a presidente. Dentro de esos mecanismos de reiteración aparecen  sus cuadros más cercanos con construcciones como: "decisión absoluta" de ser candidato presidencial.
Esta insistencia verbal emerge de la idea de no ser creíble, de que lo que uno dice no va a ser tomado como verdad por los otros.
La construcción verbal es congruente con el lenguaje gestual de Macri, de no abrir  su boca para hablar y entrecruzar los dedos, que desde la gestualidad decodificada arroja como significante, la voluntad de no hablar, porque lo que se va a decir no es cierto, (es una micro expresión infantil ligada a la prohibición de mentir) lo cual potencia el mensaje decodificado en la gente.
En la construcción del discurso, la afirmación desproporcionada, contiene la negación categórica. Es como el marido que le dice varias veces a su esposa “no me gusta tu amiga Mabel” “no tendría nada, pero nada con ella”, cualquier esposa sabe lo que en realidad eso significa.
El votante perdona cualquier cosa menos la incertidumbre. Si un candidato va a una elección, el mensaje emitido no puede ser:” tal vez me presento”, ese parpadeo saca al candidato del lugar de opción, y en un conflicto crítico y una elección lo es, resulta fundamental para un candidato saber que el que parpadea pierde.

Los diferentes casos de laboratorio que se estudian en la Academia, como el conflicto por los misiles en Cuba entre EE.UU. y la U.R.S.S., la elección Kennedy vs Nixon, la guerra de desgaste entre Egipto e Israel previa la guerra de Iom Kipur, traen al laboratorio elementos para estudiar la interacción entre dos o más rivales en el marco de un enfrentamiento frontal, directo, destructivo y desgastante, donde debe ganar uno de los dos.
A mí me gusta reflexionar sobre un juego que se juega mucho en el norte de los EE.UU. llamado “The Chicken”, algo así como “el gallina”. El juego consiste en dos autos que se ubican a 1000 metros de distancia uno del otro, en una ruta vacía, uno mirando en dirección al otro. Cuando se da la orden ambos vehículos deben arrancar y correr en dirección al otro rival. El que gira su volante, pierde. Cualquiera que presencia este juego dirá, “ok pero si uno de los dos no gira, se matan los dos”, es cierto pero siempre uno de los dos gira el volante.

¿Cuál es la fórmula para ganar al “the chicken”? Es la pregunta que se impone. ¿Existe una fórmula? Si no doblo y el tampoco nos matamos los dos.
Yo creo que existe una fórmula. La fórmula para ganar en este juego, consiste en que cuando uno se acerca a la vista del otro, arranque el volante y lo tire por la ventana, cuando el otro perciba que uno no puede doblar aunque quisiera, dobla el .
En un juego complejo como lo es una campaña electoral, hace falta desarrollar una estrategia eficaz para definir el conflicto, yo creo que lo óptimo en la búsqueda de esa eficacia, es tirar el volante por la ventana, que el otro vea claramente al volante caer afuera del auto y que sepa que uno no dobla, no porque no quiere, porque eso puede cambiar, sino porque no es una opción.

El mensaje de Macri  baja decodificado como: “no sé si me presento porue tengo miedo de perder por una diferencia muy grande con Crisitna" , lo debilita enormemente y retroalimenta la posibilidad que finalmente termine bajandose a competir por la ciudad, cuando sus rivales van a tirar el volante por la ventana.

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