jueves, 18 de julio de 2019

Miedo contra decepción o miedo contra miedo


Rubén Weinsteiner



Narrativa del Miedo vs Narrativa de la Decepción: ¿Quien gana?


En diferentes esquemas grietarios, de paridades intensas, en instancias electorales o previas a un comicio, vemos desplegarse narrativas que transitan la empatía con el decepcionado y describen y problematizan situaciones difíciles, narrando y problematizando una situación de fracaso, desesperanza y perspectiva negativa, dándole forma a la decepción de muchos ciudadanos.

Vemos en otros casos el despliegue de narrativas que interpretan el rechazo profundo traducido en miedo, legitimándolo, dándole correlatos argumentales profundizándolo y contraponiéndolo a la decepción.


Que pesa más, el miedo o la decepción?



Miedo a volver al pasado, decepción por el presente


El miedo es más fuerte que la decepción, porque opera sobre lo que vendrá. Siempre lo que vendrá puede ser peor que el presente, y eso da miedo.

“Más vale malo conocido que bueno por conocer” dice el dicho, y refleja la vocación de no mover las cosas, de no cambiar cuando se cree que lo que venga puede ser peor. La decepción es lo que conocemos, el miedo es sobre lo que vendrá, lo desconocido que puede ser peor que el presente, por eso paraliza.


Miedo contra miedo


Y si la decepción por el presente se volviera miedo a seguir?


La respuesta superadora al miedo generado no es la decepción, sino el miedo a seguir, o el miedo a que se profundice lo malo del presente.

Ahí se daría una batalla miedo contra miedo.

En estos esquemas de paridades intensas y audiencias redundantes, los públicos sensibles a este tipo de intervenciones narrativas, no están ni en los núcleos duros de ambos lados, ni siquiera en los segmentos de anclaje asociado a cada uno de los lados.

Las zonas de intervención comienzan en la periferia de ambos campamentos y se extienden hacia el medio, donde habitan segmentos no comprometidos, despojados de imput ideológico, muchas veces descreídos y decepcionados de la política.


Es estos segmentos donde miedo y decepción pueden hacer lo suyo. Es ahí donde en escenarios de extrema paridad un bando puede definir el partido.

La dinámica de intervención de la subjetividad es compleja. Hay que asumir que ese encuadre determina un universo de sentidos que puede producirnos incomodidad, rechazo entre un repertorio de sentimientos.

Lo primero es cambiar el chip de la furia a la curiosidad. Porque esta persona odia lo que para mi es bueno? Si me cambio de lugar quizás lo vea diferente? Como puede defender lo que para mi es indefendible? Son preguntas esenciales e inevitables si queremos intervenir sobre la subjetividad de estos segmentos.

Anclajes

La memoria es el último recuerdo poderoso que adquirimos, no todo lo que vivimos. El poder de ese último recuerdo, es el que constituye el anclaje.

Un anclaje es una percepción fundada y construida en una ponderación conceptual, dentro de un estado de gran intensidad, de experimentación de sensaciones con fuerte solicitación simultánea del intelecto, del cuerpo y del espíritu.

Como se sustituye un anclaje, es la madre de todas las preguntas. Como se hace para que alguien catalogado como corrupto sea visto de otra manera, alguien percibido como poco intelgente, pueda ser percibido de otra manera, una marca política signada por un acontecimiento histórico, pueda ser asociada a otros links de marca política?

Toda negación implica una afirmación, esto es Lacan.

Andá y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , “la verdad, que no me mueve ni un pelo”. A partir de ese momento, tu esposa va a estar completamente segura que te gusta mucho su amiga Claudia.

La funcionalidad de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara, decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y fundamentarlo.

No sirve negar, tampoco explicar. Es fundamental construir una narrativa que explique o niegue, pero no se desaloja un anclaje con eso.

Para desalojar un anclaje, que en definitiva es una estructura sensorial, un sentimiento, hace falta un sentimiento más fuerte. Un anclaje sustituyente.

El anclaje sustituyente refuta pero sólo de manera indirecta el anclaje original. Es decir el nuevo anclaje no viene a negar, viene a instalar un nuevo posicionamiento, un nuevo link-significado en la cabeza de las personas.

El nuevo anclaje debe ser sólido, congruente con la marca política y lo más importante, más fuerte que el anclaje a desalojar.

Miedo contra miedo, anclaje contra anclaje, se trata de construir estados, no de afirmar o negar. Nadie escucha cuando siente. Y se trata de hacer sentir no de contar.

Rubén Weinsteiner

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