viernes, 16 de enero de 2015

Gatos






Por Rubén Weinsteiner para ADN

La relación inestable entre palabras emitidas e imágenes evocadas, entre significados y significantes, entre lo que decimos nosotros y lo que escucha el otro, es una precondición de cualquier construcción discursiva políticamente significativa.


Este desplazamiento en la relación significado-significante, adquiere una dinámica muy específica en el segmento Google, dentro del voto joven -aquellos electores que nacieron después de 1988- en la construcción de su sistema de preferencias electorales.

El 25% de la población con derecho a voto, tiene menos de 25 años, construir confianza e intención de voto en este sector es una tarea compleja. Es un sector al que llamamos generación Google, que ha desarrollado mecanismos cognitivos de valoración y validación, y códigos de pertenencia y pertinencia propios y disruptivos.

Ser Gato

Se va transformando en insumo de construcción, el proceso de sobredeterminación de ciertas palabras que condensan en torno de sí, múltiples significados.

Gato es prostituta, es alguien servil en lenguaje carcelario, es alguien que se presume gay, pero fundamentalmente en el voto Google, y más especificamente en el tercer, cuarto y quinto decil de ingresos, gato es alguien falso, impostado, no transparente, trucho.

Desde la emergencia, la organización del debate para los Google se da en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.

No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero, transparente. El marco de referencia esta afuera, pero dentro del círculo tribal. Esa figura referencial emerge por un cualidad específica, ser el líder de la banda que más les gusta, pero además validar su autoridad con un discurso que se retrolegitime con los valores de la tribu de autenticidad, y los proyecte hacia afuera.

Importa en la referencia, más que lo que dice, la forma en la cual se una marca política para frente al poder, de manera auténtica, sin ornamentos innecesarios. El lenguaje gestual derivado de la visualidad, resulta naturalmente clave. La gestualidad ligada a las jerarquías produce rechazo, la sobre actuación muy evidente también.

Los esfuerzos por perfeccionar la comunicación política volviéndola impostada y artificial , producen ruidos en el realismo político del voto joven. El despliegue del mensaje en el spin mediático-social de los microsegmentos jóvenes, cobra vida y construye sentido con la contestación social, la ponderación socialmente mediada y co-creada, la viralización, la legitimidad tribal, y las conversaciones 3.0 entre audiencias de audiencias. En este proceso, el grado de compromiso, verdad y naturalidad que el mensaje pueda producir y que los receptores puedan percibir, determinara el salto cualitativo del mensaje de “ruido” a “valor”, esencial para toda construcción discursiva política significativa.

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